La Riesling es una de las grandes cepas blancas del mundo.
Originaria del valle del Rin en Rheingau, Alemania y donde hace más de 2000 años los romanos supieron que tenían que encontrar emplazamientos idóneos para su buena maduración.
En laderas escarpadas orientadas hacia el sol, con un suelo que devuelve su calor, la Riesling crece para los amantes del vino blanco fresco, elegante y sencillo.
Pero ¡OJO…!
Aquí, ¡¡lo simple se vuelve sublime!!, y más cuando la botella tiene unos años.
¿Por qué?
Sumamente agradable y fácil de beber a poco de salir al mercado, el vino tiene una marcada acidez que le otorga una fabulosa larga vida en botella.
Siempre transparente respecto a su franqueza como uva, la riesling, expresa con mayor nitidez a los largo de los años su suelo con tonos más amielados, pan tostado e incluso ahumados, sumando así una majestuosa complejidad.
Capaz de ganar adeptos entre los que no son de blancos, atrapa a los paladares más exigentes y exquisitos.
